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Es bien sabido por todos los ciudadanos que, uno de los principales problemas que posee la Unión Europea, es la llamada “dependencia energética”. Sin una política energética común, y en vista de las cifras actualizadas sobre la primera, cada vez se hace más necesaria la cooperación entre los Estados Miembros de la Unión, en aras de no solo reducirla, sino de fortalecer el papel que desempeña la Unión. Además es el momento adecuado para ello gracias al Pacto Verde Europeo, que impulsará definitivamente la creación de políticas destinadas a los sectores de las energías renovables, entre otros, que jugarán un papel clave dentro de ese desabastecimiento energético.

Aportando datos que ofrece la propia Unión a través de EUROSTAT, en 2018, la UE produjo el 42% de su propia energía, mientras que el 55% de la misma fue importada, según el estudio Shedding light on energy in the EU. A guided tour of energy statistics, 2020 Edition elaborado por EUROSTAT. Entre los tipos de recursos que fueron utilizados, encontramos principalmente, el petróleo y sus derivados en un 36%, el gas natural con un porcentaje del 21%, y las energías renovables con un lejano 15%. 

No obstante, el 34% de la energía que se produjo en Europa en el año 2018 provino de energías renovables, lo que sin duda, pone el foco en las mismas, dado que como se viene señalando, por parte, principalmente de las generaciones futuras, este tipo de energía permitirá a la Unión Europea ser algo más autosuficiente, alcanzado así los pactos establecidos de descarbonización. Dentro de este contexto, es de vital importancia tener en cuenta que, a pesar de poder aumentar esa capacidad de producción, seguimos siendo energéticamente dependientes de un país como Rusia, del cual, llegamos a importar más del 30% del crudo y más del 40% del gas natural. Recordemos las relaciones diplomáticas y comerciales con dicho país no siempre han sido estables y duraderas.

 Fuente: EUROSTAT 2018.

La situación de España

Dentro del club de los EU-27, encontramos posiciones de las más variadas; pero centrándonos en el Reino de España podemos observar cómo esa dependencia ha subido ligeramente en el periodo 2000-2018, en base a lo dispuesto por los propios datos de la Unión Europea, pudiendo alcanzar el 61% en el 2030, según las predicciones del Segundo Borrador del Plan Nacional Integrado 2021-2030 de Energía y Clima

Fuente: EUROSTAT 2018.

A pesar de ello, actualmente España posee una gran relevancia en tanto como un  país que puede ofrecer muchas de las energías renovables que hoy en día conocemos, principalmente apostando por el incremento de la energía solar y de la energía eólica, cuyo parque de generación podría verse aumentado en los próximos años, en base a los datos ofrecidos por el Ministerio para la Transición Ecológica y Reto Demográfico. 

Además, se posiciona como un Estado que puede, gracias a su posición geográfica, mantener estrechas relaciones comerciales con los estados del Norte de África y de los países Sudamericanos (gracias en este segundo caso, a las raíces coloniales antiguamente establecidas), lo que podría ayudar en la reducción de la dependencia rusa. Si los Estados Miembros construyesen y/o modificaran la red que transporta, por ejemplo, gas, haciendo que fuese algo más accesible desde el Norte de África, principalmente, de Argelia, —país del cual España importa el gas—, dependeríamos en menor medida de la antigua URSS. Y esa influencia solo es posible si el Reino español consigue introducir en la agenda de las relaciones exteriores y comerciales de la Unión Europea la esencialidad de estrechar vínculos con los países Iberoamericanos y del Norte Africano. 

Por otra parte, uno de los últimos estudios de la Comisión Europea, ha recalcado que España podría convertirse en uno de los más relevantes países de la Unión, en cuanto a almacenamiento de energía hidroeléctrica bombeada, si se hiciese uso del desarrollo del mismo, lo cual, permitiría a España alcanzar los objetivos establecidos en la futura Ley de Cambio Climático y Transición Energética, que posee el mismo fin que el Green Deal Europeo, es decir, la descarbonización del continente. 

En pocas palabras, a pesar de las dificultades palpables para reducir esa dependencia energética, Europa debe, y ahora más que nunca, invertir, innovar y hacer hincapié en la reconstrucción de una economía que apueste por la transición energética como factor clave para pasar de ser un consumidor importante de energía externa, a ser exportador de la misma, siendo las renovables una clara y segura apuesta de futuro. 

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