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La nueva Ley de Mercados Digitales, un cambio en las reglas de juego en internet

Tras 15 meses de intensas negociaciones, los legisladores europeos llegaron a un acuerdo sobre la nueva Ley de Mercados Digitales (DMA por sus siglas en inglés) el pasado mes de marzo. 

A través de este conjunto normativo se regulan las relaciones entre empresarios (B2B), prestando especial atención a las Big Tech, con el objetivo de lograr unos mercados digitales justos, abiertos y competitivos

Lejos de ser baladí, la DMA se presenta como una normativa clave en el sector del derecho de la competencia, pues introduce cambios sin precedentes en la actividad de plataformas digitales como Google, Meta o Amazon que tendrán un importante impacto en el día a día digital de sus usuarios. 

Una normativa pionera a nivel mundial

Actualmente, existe cierto consenso global sobre la necesidad de regular las plataformas digitales, aunque no sobre los métodos más adecuados para hacerlo. Es por ello que la propuesta de la Comisión constituye un gran avance que, de demostrarse igual de eficaz que se pretende, podría constituir un modelo a seguir por otras potencias del globo. 

La DMA supone la primera normativa ex ante en materia de competencia, es decir, antes de que se produzcan daños al consumidor o a la propia competencia. Hasta ahora la normativa europea en esta materia se centra en el castigo de las malas prácticas a posteriori tras largas y costosas investigaciones. Sin embargo, la nueva regulación pretende frenar de manera preventiva todo abuso de poder por parte de los gigantes tecnológicos.

Otro aspecto a destacar es el papel protagonista que toman los denominados guardianes de acceso o “gatekeepers”.  Esta nueva categoría dentro de las plataformas digitales designa a todo proveedor de servicios de plataforma (i) con repercusión significativa en el mercado interior (ii) que sirve como puerta de acceso para que los negocios puedan encontrar consumidores y (iii) con una posición afianzada en dicho mercado. Por ejemplo, el buscador de Google o su marketplace hacen de ésta empresa un guardián de acceso. 

Entre las nuevas reglas de la DMA destaca especialmente la obligación de que los guardianes permitan el acceso a los datos que generan, hasta el momento reservados en exclusiva para ellos mismos, a toda otra empresa del sector. Además, éstos deberán permitir que se celebren contratos fuera de su plataforma, permitiendo que los competidores redirijan al consumidor a otra distinta. 

La DMA se traducirá en importantes cambios en nuestro día a día digital pues, de mantenerse los términos aprobados por los legisladores europeos en marzo, Apple tendrá que abrir las puertas a los usuarios de Iphone a que descarguen aplicaciones de otras plataformas de descarga diferentes a la suya. También se requerirá que Google ofrezca alternativas a sus propias aplicaciones en los smartphones —hasta el momento, aplicaciones como Google Maps o el navegador Chrome vienen instalados por defecto en todos los terminales Android—. Por su parte, WhatsApp deberá permitir que, a través de su aplicación, sus usuarios se comuniquen con usuarios de otras plataformas. 

La UE busca garantizar el cumplimiento de esta normativa a través de la previsión de importantes multas —hasta un veinte por ciento de su cifra de facturación global anual— a toda empresa infractora.

Una europa adaptada a la era digital

En un mundo caracterizado por la interconexión de los Estados, la rápida transformación digital y el desarrollo tecnológico se han convertido en una importante herramienta de poder. Si bien los vínculos económicos llevan consigo múltiples beneficios, también suponen importantes riesgos y pueden generar vulnerabilidades. El problema que se plantea es que, en muchos casos, las interdependencias no son idénticas ni simétricas. 

En este contexto la UE, bajo las directrices de la Comisión Von der Leyen, ha elaborado una agenda estratégica que pretende invertir mayores esfuerzos en la autonomía estratégica de la UE con el objetivo de garantizar la soberanía europea desde el punto de vista digital y que esta pueda obtener la parte de beneficio que le corresponde de su evolución.

Para ello, el poder normativo de la UE se convierte en una herramienta esencial para garantizar que el terreno de juego digital respete los valores de la sociedad europea, fomente la inclusión y sea compatible con su modo de vida. 

Las nuevas necesidades de la era digital

Para entender los motivos que justifican la nueva normativa de la UE, no basta con hacer referencia al contexto geopolítico, sino que también adquiere un papel protagonista la realidad del mercado interior europeo actual. 

Los beneficios de la digitalización son evidentes: mayor capacidad de elección del consumidor, aumento de oportunidades de negocio, desarrollo del comercio transfronterizo y fomento de la eficiencia y competitividad de los mercados.  

Sin embargo, como se ha mencionado anteriormente, este fenómeno también presenta numerosos e importantes retos.  Las características del sector, tales como los fuertes efectos de red, han fomentado un excesivo fortalecimiento de las grandes plataformas de internet. Sobre todo, de las conocidas como “GAFAM” (Google, Amazon, Meta, Apple y Microsoft).

A fecha de redacción de este artículo, el valor de estas empresas está estimado en más de 7,6 trillones de dólares, lo que supone aproximadamente un cuarto el PIB de la Unión Europea en 2021.

Estas plataformas se constituyen como elementos estructurales clave en la economía digital actual, sirviendo de intermediarios necesarios en la mayoría de transacciones entre empresarios y consumidores en el mundo digital. 

En 2020, Google ostentaba el 92% de la cuota de mercado mundial en el sector de los buscadores online; Amazon registró una cuota de mercado de casi un 38% en el mercado de las ventas online. Por su parte, Apple lideró el mercado de la venta de smartphones con una cuota de mercado superior al 23% en 2021 y Meta registró una cuota del 56% en el mercado de las redes sociales.

La importante posición que ostentan ciertas plataformas en determinados mercados digitales les otorga una ventaja desproporcionada con respecto a sus competidores. Esto supone un problema, pues se abre la puerta a la comisión de prácticas anticompetitivas que reducen la calidad, variedad de oferta, innovación y, por consiguiente, eficiencia de los mercados. 

El problema radica en que estas empresas son dueñas del soporte online que da acceso a terceras empresas al mercado en el que, en muchas ocasiones, ellas mismas también compiten. Es decir, si el mercado digital es comparado con un terreno de fútbol, estas empresas son a la vez jugador y árbitro.

Normativa aprobada, aunque no a gusto de todos

Las principales empresas afectadas, en su mayoría radicadas en EE. UU., han sido testigo de cómo las constantes y recientes modificaciones en el panorama legislativo digital han reducido su libertad de actuación y aumentado las multas por comisión de ilícitos. 

En estas circunstancias, no es sorprendente que hayan impulsado importantes y costosas acciones de lobbying alegando que la DMA conducirá a una ralentización de la innovación, una reducción del poder de elección disponible para los europeos y una mayor vulnerabilidad de la privacidad y seguridad de los usuarios de las plataformas digitales. 

El presidente Joe Biden se ha mostrado preocupado por los efectos desproporcionados que la DMA podría tener en las empresas de su país. No obstante, su gobierno también ha anunciado estar trabajando en medidas que mantengan a raya el poder de las Big tech.

En la esfera comunitaria, aunque la acogida ha sido en general positiva, también se han alzado voces críticas con el nuevo proyecto normativo.

Alemania ha reformado su ley de competencia recientemente para endurecer el control de los abusos de posición dominante. Ahora, este país denuncia el interrogante que genera la aprobación de la nueva normativa europea y la preocupación por que se produzcan choques con su legislación nacional. 

Lejos de ser el único problema, la DMA se rodea de interrogantes que preocupan a los interesados en la materia como, por ejemplo, quién dentro de la Comisión se encargará de hacerla cumplir o si los cambios introducidos por ésta serán aprovechados por empresas de la UE para desarrollar un crecimiento tan exponencial como el que han tenido las actuales Big tech o si se potenciará, tal y como se espera, la innovación en el campo digital. 

Estas transformaciones podrían incluir la creación de grandes gigantes tecnológicos europeos —lo que podría suponer una menor dependencia de aquellos estadounidenses o asiáticos—, la reducción de costes y longitud de los procesos en materia de competencia contra las grandes plataformas, o el aumento de una economía digital basada en los usuarios premium —ante la potencial reducción de la rentabilidad de los servicios digitales actuales—. 

Sin embargo, todavía queda tiempo hasta que conozcamos la magnitud de estos efectos o si éstos se producen en el sentido esperado.  Como dice el refrán “hecha la ley, hecha la trampa”. Es altamente probable que las empresas intenten sortear las nuevas obligaciones de formas novedosas y no previstas, lo que reducirá la eficacia de éstas. 

La DMA no es, ni va a ser, perfecta. No obstante, cabe recordar que constituye sólo el primer paso para la consecución de un mercado digital justo, eficiente y sostenible a largo plazo.

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