
El 20 de enero Donald Trump asumió su segundo mandato como presidente de Estados Unidos. Desde su primer día en la Casa Blanca, Trump ha sido firme con sus objetivos, tomando una postura más agresiva que su predecesor respecto a la política comercial del país. La palabra tariff, arancel en español, ha estado presente en muchos de sus discursos, principalmente en aquellos en los que se hacía referencia a la Unión Europea. De hecho, ya se habla de una guerra comercial entre ambas potencias debido a los aranceles que se han impuesto y los que se amenaza con poner. Pero ¿por qué han escalado las tensiones comerciales y cuáles serán las consecuencias?
Trump y la UE: un enfrentamiento por la política comercial
Durante la primera reunión del Consejo de Ministros, Trump argumentó que la UE se había creado para «fastidiar» a EE. UU., fundamentalmente por los aranceles que tiene vigentes el bloque. Mientras que, según él, su país no pone miras a las importaciones de la UE, argumentó que esta situación les ha llevado a un déficit comercial de 300 billones de dólares. Por consiguiente, tildó la relación comercial de injusta y amenazó con la aplicación de sanciones económicas recíprocas a productos europeos, de la misma manera que en su primer mandato (2017-2021), durante el cual ya impuso aranceles a la Unión.
Tras varias amenazas, finalmente el pasado 12 de marzo se hizo oficial un arancel del 25 % sobre el acero y el aluminio europeos. La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, lamentó esta medida, alegando que los aranceles son perjudiciales para el comercio y más aún para los consumidores. Además, puntualizó que esta decisión traería consecuencias negativas como la disrupción de cadenas de suministro, incertidumbre económica, puestos de trabajo en juego y la subida de los precios.
Los aranceles estadounidenses afectarán al 5 % de las exportaciones de la UE a los Estados Unidos, valoradas en 26 000 millones de euros. Por este motivo, Von der Leyen anunció una respuesta «rápida y proporcional». En primer lugar, planteó el restablecimiento de las sanciones económicas ya aplicadas en 2018. En segundo lugar, debido a que las nuevas represalias impactarán mucho más al comercio europeo, la adopción de contramedidas adicionales. Por ejemplo, la aplicación de nuevos aranceles a más productos estadounidenses. El objetivo era igualar el daño que nuestro socio comercial va a infligir a Europa, pese a que pueda causar una guerra comercial entre ambos. Los planes de la UE se iban a efectuar el 1 de abril. Sin embargo, tras la noticia, Trump amenazó con imponer un arancel del 200 % a vinos y licores de la UE a menos que el whisky estadounidense se retirara de la lista de productos afectados.
Pocos días después, Olof Gill, portavoz del equipo comercial europeo, anunció que la entrada en vigor de las contramedidas se retrasaría hasta mediados de abril, ya que el bloque está dispuesto «a entablar un diálogo constructivo con Estados Unidos» y evitar «perjuicios innecesarios a ambas economías». A su vez, Maroš Šefčovič, el comisario de comercio de la UE, ha asegurado que el retraso nos hará ganar «más tiempo para negociar y encontrar una solución mutuamente aceptable».
Las repercusiones de los aranceles para Europa y EE. UU.
Dejando de lado los intereses comerciales y políticos de las grandes potencias, es importante enfocarse en las repercusiones directas para los consumidores. No es ningún secreto que en muchos casos el ciudadano promedio es el que más sufre cuando se desencadenan guerras comerciales. Por un lado, afectará a las empresas que dependen de las exportaciones internacionales, dado que deberán elevar el precio de sus productos en los mercados estadounidenses para compensar los aranceles, lo que provocará una disminución de la demanda. Del mismo modo, las importaciones estadounidenses también aumentarán de precio. Por ejemplo, comprar Bourbon o una Harley-Davidson será mucho más costoso. Esto tendrá otros efectos: la variedad de productos podría disminuir. Además, si las empresas se ven afectadas por la guerra comercial los empleos se podrán ver perjudicados.
La estrategia de coerción económica de Trump
Ambas potencias sufrirán consecuencias negativas. Entonces ¿por qué no parar esta guerra comercial? La base argumental de Trump para continuar con su política comercial es la protección de la industria nacional bajo su lema de America First. Como él mismo ha dicho, «mientras que los aranceles sobre países extranjeros suben, los impuestos sobre los trabajadores y las empresas estadounidenses bajan». No obstante, su objetivo no es puramente económico, sino que también tiene una intención política. Este fenómeno es conocido como coerción económica, el cual consiste en utilizar herramientas económicas (por ejemplo, sanciones) para coaccionar a otros países para que se alineen con sus intereses políticos o económicos. Trump está utilizando esta estrategia con la UE y otros países. Por ejemplo, este febrero amenazó a México con aranceles del 25 % a algunos de sus productos. La amenaza no llegó a materializarse, ya que llegaron a un acuerdo: la policía mexicana reforzaría la frontera entre ambos países.
En pocas palabras, Trump ha tomado una posición agresiva respecto a la política comercial estadounidense. A consecuencia, la Unión Europea se ha visto afectada por sanciones económicas, y, como respuesta, ha amenazado con tomar contramedidas. ¿Qué quiere conseguir el presidente estadounidense con los aranceles? ¿Qué estrategia llevará a cabo la UE a largo plazo? La Unión deberá estar muy atenta y mantener un ojo crítico con estas relaciones transatlánticas.