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Trump y Putin se preparan para una nueva cumbre en Budapest: ¿puede la diplomacia personalista traer la paz a Ucrania?

Donald Trump y Vladimir Putin planean reunirse nuevamente en Budapest a finales de octubre de 2025. Esta será su segunda reunión de 2025, después del encuentro en Alaska en agosto, y tiene como objetivo abrir un nuevo canal diplomático sobre la guerra en Ucrania y las relaciones entre Estados Unidos y Rusia.

La elección de Budapest como sede ha generado controversia. El primer ministro húngaro, Viktor Orbán, ha sido un firme defensor de Putin y ha criticado abiertamente el apoyo occidental a Ucrania. Hungría ha iniciado el proceso de retirada del Tribunal Penal Internacional, por lo que ya no está obligada a ejecutar la orden de arresto emitida contra Putin por crímenes de guerra. El Kremlin ha elogiado las buenas relaciones de Orbán con ambos líderes como un factor clave para la realización de la cumbre.

Aunque los detalles específicos de la agenda aún no se han confirmado, se espera que el conflicto en Ucrania sea el tema principal. Trump ha sugerido que una “congelación” en las líneas del frente podría ser una solución viable, mientras que Putin busca avanzar hacia acuerdos que fortalezcan su posición en la región. Por su parte, el presidente ucraniano, Volodymyr Zelenskyy, ha indicado que estaría dispuesto a participar si se le invita, aunque con reservas debido a la postura de Hungría hacia Ucrania.

La comunidad internacional ha reaccionado con cautela ante la noticia de la cumbre. La nueva Alta Representante de la Unión Europea, Kaja Kallas, ha afirmado que cualquier esfuerzo por una paz justa es bienvenido, pero enfatizó que no puede hacerse a espaldas de Ucrania. Algunos países de la UE, como Italia y Eslovaquia, han expresado su apoyo a la iniciativa, viéndola como una oportunidad para abrir canales diplomáticos con Rusia, mientras que Alemania y Polonia han mostrado escepticismo sobre su eficacia.

Uno de los principales obstáculos para la realización de la cumbre es la orden de arresto emitida por el Tribunal Penal Internacional contra Putin. Aunque Hungría ha iniciado su salida del tribunal, aún existen implicaciones legales sobre su territorio. El gobierno húngaro ha indicado que no arrestará a Putin si asiste a la cumbre, lo que ha generado críticas de organizaciones de derechos humanos y algunos países europeos. Además, la logística del traslado de Putin se complica debido a restricciones de sobrevuelo y permisos de entrada al espacio aéreo europeo, aunque Budapest ha prometido garantizar su entrada y salida segura.

Esta cumbre representa un punto de inflexión en la diplomacia internacional. Algunos analistas consideran que podría ser una oportunidad para avanzar hacia la paz en Ucrania, mientras que otros temen que sirva para legitimar las acciones de Rusia y debilitar la unidad internacional. La ausencia de Ucrania en las conversaciones podría comprometer la credibilidad del proceso y perpetuar el conflicto.

La cumbre de Budapest refleja un enfoque más personalista de la diplomacia, donde los acuerdos se negocian directamente entre líderes más que a través de instituciones multilaterales. Si bien existe la posibilidad de que abra nuevas vías para la resolución del conflicto en Ucrania, también plantea interrogantes sobre la legitimidad y la equidad en los procesos de paz. La atención internacional estará centrada en cómo se desarrolle la reunión, qué temas se aborden y, sobre todo, si Ucrania tiene voz en la mesa.

El resultado de esta cumbre podría redefinir la política internacional y la dinámica europea, al mismo tiempo que influye en la percepción global de Estados Unidos y Rusia como actores en la resolución de conflictos. La cumbre de Budapest simboliza una etapa en la que la diplomacia personalista vuelve a cobrar protagonismo, pero también evidencia los riesgos de tomar decisiones críticas sin la participación de todos los actores afectados. La comunidad internacional espera, con escepticismo y esperanza a partes iguales, si este encuentro logrará avanzar hacia una paz real o simplemente consolidará un nuevo equilibrio de poder sin resolver el conflicto de fondo.

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