Cada cuatro años, los ciudadanos estadounidenses registrados para votar son llamados a elegir al presidente del país en los 50 estados y el Distrito de Columbia. Así va a suceder este 5 de noviembre de 2024.
El sistema electoral estadounidense en pocas palabras
Cada estado tiene un número específico de llamados compromisarios designados de manera proporcional según su población. Para ganar la presidencia, un candidato debe obtener al menos una mayoría simple de 270 de 538 votos, que corresponden al número de miembros del Colegio Electoral. Cabe recalcar que, en este sistema electoral, la elección del presidente es indirecta: los resultados de las elecciones decidirán la composición de los 538 miembros del Colegio Electoral, que, a su vez, semanas después votarán al candidato presidencial.
¿Quiénes son los candidatos a la presidencia?
En estos comicios, Kamala Harris representa al Partido Demócrata, mientras que Donald Trump, a pesar de sus retos legales, lidera el Partido Republicano.
Harris, actual vicepresidenta en funciones, asumió la candidatura después de que el presidente Joe Biden decidiera no postularse a la reelección debido a su edad.
Su campaña se ha enfocado en defender derechos civiles, ambientales y sociales, buscando conectar con votantes jóvenes y de minorías.
Por su parte, Trump ha buscado retomar el poder con un discurso orientado a fortalecer la economía, aumentar el control fronterizo y limitar la intervención del Gobierno en la vida de los ciudadanos.
Las encuestas hace tan solo un par de semanas mostraban una carrera electoral bastante competitiva, en la cual ambos candidatos contaban con ventajas en distintos sectores demográficos. Harris lideraba en apoyo entre mujeres y minorías, mientras que Trump era fuerte entre los votantes de mayor edad y los sectores conservadores blancos.
A pocos días de la elección, el panorama seguía siendo ajustado. Las encuestas indicaban una ligera ventaja para Harris en algunos sondeos nacionales, aunque Trump la superaba en estados clave como Georgia y Ohio. Ambos candidatos centraron esfuerzos en eventos presenciales y debates, buscando así captar a los votantes indecisos.
Además, tanto Harris como Trump han enfrentado retos internos: para Harris, el desafío de convencer a los votantes de su partido sobre su capacidad de liderazgo en medio de un periodo de alta inestabilidad política y numerosos conflictos internacionales; para Trump, superar el desgaste por sus casos judiciales, incluyendo cargos por manipulación de resultados electorales y uso indebido de documentos clasificados.
¿Qué perspectiva brinda cada candidato a la Unión Europea?
Si Kamala Harris resultara ganadora, la relación de Estados Unidos (EE. UU.) con la Unión Europea (UE) probablemente se caracterizaría por una mayor cooperación en temas como derechos humanos o cambio climático.
Harris ha sido una defensora constante de los derechos civiles y del acuerdo climático de París, lo que podría alinear a EE. UU. con las políticas ambientales de la UE. Además, es previsible que su Gobierno busque fortalecer alianzas en áreas como la regulación tecnológica y la protección de datos, temas de interés común para ambas regiones.
En cuanto a la política de defensa, Harris probablemente mantendría el apoyo a la OTAN y buscaría una relación colaborativa frente a Rusia, especialmente dada la guerra en Ucrania. Su enfoque multilateral coincidiría con la posición de la UE en temas de democracia y libertad, promoviendo sanciones conjuntas y apoyo a las naciones afectadas por conflictos.
No obstante, cuando se trate del conflicto entre Israel y Palestina, la narrativa de Harris seguramente difiera de la europea a largo plazo. Debido a la fuerte alianza estadounidense-israelí, ha sido la UE quien, pese a haber también condenado los ataques de la organización terrorista Hamas y apoyado el derecho de Israel a defenderse, ha mostrado una inclinación más firme hacia un enfoque humanitario, solicitando de manera más directa pausas en las hostilidades para permitir ayuda a Gaza. También es notable que algunos países miembros, como Irlanda y España, han reconocido a Palestina como un Estado en los últimos meses, resaltando su compromiso con una solución de dos Estados. Quedará por ver cuánto peso tendrá Israel en la resolución de este conflicto para el gabinete de Harris.
Por otro lado, la relación entre EE. UU. y la UE podría volverse más tensa si Trump regresa a la Casa Blanca. Durante su mandato anterior, Trump mantuvo posturas nacionalistas y cuestionó la efectividad de la OTAN, sugiriendo que Europa debería asumir una mayor parte de los costos de defensa. Esto generó inquietud en los líderes europeos, especialmente en los países del este de Europa que dependen del apoyo estadounidense frente a Rusia.
En temas comerciales, Trump podría reactivar las tensiones mediante la imposición de aranceles o restricciones a productos europeos, buscando proteger la economía estadounidense. Además, sus posturas en cuanto al cambio climático y la regulación tecnológica podrían divergir significativamente de las normativas de la UE, complicando la colaboración en estos temas.
En el frente diplomático, es probable que su enfoque hacia los conflictos internacionales sea más aislacionista, priorizando los intereses directos de EE. UU. sobre las alianzas estratégicas y la colaboración, lo cual podría tener un efecto amplificador de los movimientos políticos populistas en Estados miembros como Italia o Hungría.
La elección del 5 de noviembre de 2024 representa un momento crucial para el futuro de Estados Unidos y su relación con el mundo, particularmente con la Unión Europea. Ambos candidatos ofrecen visiones contrastantes: mientras Harris promete fortalecer alianzas y avanzar en temas globales junto a la UE, Trump defiende una visión más independiente que podría enfriar las relaciones transatlánticas.
Esta elección definirá el rol de Estados Unidos en la política global y su posición frente a los desafíos comunes que enfrenta junto a sus aliados europeos.