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La UE introduce la etiqueta de emisiones de vuelo

La Autonomia Estrategica de la Union Europea Fortaleciendo su Rol Global en un Mundo Multipolar 10

El pasado mes de diciembre, la Comisión Europea aprobó un reglamento para introducir una etiqueta de emisiones de vuelo que permita conocer las emisiones de gases de efecto invernadero de los vuelos de la UE, con el objetivo de promover un transporte aéreo más sostenible. La etiqueta, conocida como «FEL» por sus siglas en inglés (Flight Emissions Label), será plenamente operativa a partir del verano de 2025. 

Una metodología unificada

Si bien muchas compañías aéreas ya ofrecen información acerca de las emisiones de sus vuelos, hasta ahora no existía una etiqueta común, por lo que cada compañía utilizaba un método distinto para calcular sus emisiones, dificultando una comparación verídica entre distintos vuelos. El objetivo de esta medida es poner remedio a esta situación y ofrecer en su lugar una metodología fiable y unificada para calcular las emisiones de los vuelos. Algunos de los factores que se tendrán en cuenta serán el tipo de avión, el número medio de pasajeros, el volumen de carga a bordo y el combustible empleado. De esta manera, los pasajeros podrán comparar las emisiones estimadas de distintos vuelos y realizar una compra más informada. La Agencia de la Unión Europea para la Seguridad Europea (EASA) será la responsable de calcular las emisiones de acuerdo a los estándares internacionales más avanzados. 

¿Cómo funcionará?

Desde el 1 de febrero, las compañías que operen vuelos dentro de la UE o con salida desde algún país de la UE podrán adherirse voluntariamente a esta etiqueta. Para ello, deberán proporcionar la información necesaria a EASA. Las primeras etiquetas se asignarán a partir del 1 de julio de 2025 y se aplicarán a todos los vuelos programados para el invierno de 2025. Al buscar vuelos online, aparecerá un logotipo con los datos sobre las emisiones de los vuelos, garantizando la fiabilidad de la información. 

Objetivos de la etiqueta

En 2022, el sector de la aviación supuso un 2 % de las emisiones globales de dióxido de carbono y entre un 3,8 % y un 4 % de las emisiones de gases de efecto invernadero dentro de la UE. Además, se estima que para 2050 las emisiones se tripliquen respecto a 2015, según la Organización de Aviación Civil Internacional. Todo esto señala que la industria de la aviación es uno de los sectores clave para aplicar medidas para combatir el cambio climático. 

La etiqueta de vuelo se enmarca dentro de la ReFuelEU Aviation Regulation, la estrategia de la UE de promover una aviación más responsable con el medioambiente, con medidas como el uso de combustibles de aviación sostenibles. El objetivo es asegurar una competencia justa en la industria de la aviación a la par que promover una transición hacia prácticas más sostenibles

En 2019, EASA realizó una encuesta con 9500 participantes de 18 países europeos en la que se puso de manifiesto la necesidad de una etiqueta como esta. El 80 % de los pasajeros aéreos declararon querer saber las emisiones de gases de efecto invernadero producidas por sus vuelos, y solo el 5 % consideraba tener acceso a dicha información. Esto muestra el interés de los consumidores por tomar decisiones más informadas y tener en cuenta el impacto medioambiental a la hora de comprar un billete de avión. Con la etiqueta de emisiones de vuelo, los pasajeros tendrán acceso a información clara y estandarizada acerca de las emisiones de carbono de cada vuelo, permitiéndoles elegir aquellos billetes con un menor impacto si así lo desean.

En cierto modo, esta medida se puede comparar con las etiquetas energéticas de la UE, introducidas en 1994, que permiten elegir electrodomésticos en base a su eficiencia energética, clasificados de la A a la G, siendo A la más eficiente y G la menos. En 2020, los hogares de la UE consumían un 62 % menos de energía que en 1992, antes de que se introdujera la etiqueta. Se espera que la etiqueta de emisiones tenga un impacto similar. Según la EASA, seleccionar un vuelo en la misma clase y hacia el mismo destino con un avión más nuevo puede ahorrar el mismo CO2 al año como la compra de un frigorífico de categoría A respecto a uno de menor eficiencia energética. 

Por parte de la UE, esto supone un paso clave hacia una aviación más limpia y competitiva, poniendo fin a información engañosa acerca de emisiones de vuelos, así como respondiendo al creciente interés por parte de los consumidores de tener la información necesaria para tomar decisiones de compra más conscientes y sostenibles.

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